martes, 12 de junio de 2012

La vida de Ricky Espinosa, llevada a las tablas

La obra “El último punk”, basada en el libro de Sebastián Duarte, repasa la idiosincrasia del fallecido líder de Flema.
La obra “El último punk”, basada en el libro de Sebastián Duarte, repasa la idiosincrasia del fallecido líder de Flema.
Vivir rápido, morir joven y dejar un bonito cadáver. Ricky Espinosa encarnó como nadie los preceptos del punk, y si como cantante de Flema ya era considerado un icono, su trágica muerte no hizo más que agigantar el mito. Él no lo buscó. Quizás eso se le pasó por la cabeza un 30 de mayo de 2002, cuando saltó al vacío desde el departamento de un amigo. Previamente, Ricky recorrió un itinerario entre el nihilismo y la autodestrucción, características que le valieron la idolatría de muchos. Pero además, al frente de Flema dejó como legado un puñado de discos con títulos notables (“Caretofobia” -2001-, “Si el placer es un pecado, bienvenidos al infierno” -1997-) y estribillos que fueron verdaderas declaraciones de principios (“Si yo soy así, no es por culpa de las drogas / Si yo soy así, no es por culpa del alcohol”).
La leyenda de Ricky llamó la atención del periodista Sebastián Duarte, quién en 2005 publicó “El último punk”, una exhaustiva investigación sobre la vida del músico nacido en Gerli. A diez años de la muerte de Espinoza, Duarte se embarcó en un proyecto más ambicioso: llevar su libro al teatro. Para esta adaptación, sumó al dramaturgo Pablo Siroti y al actor Cristian Majolo, y le dio forma a la obra que se presenta los jueves de junio a las 20:30 hs. en el teatro La Ranchería (México 1152, Capital Federal).
En la versión teatral de “El último punk”, Majolo se pone en la piel de Ricky, con su característico look, y desgrana una serie de diálogos apócrifos con su doctor, su novia y sus amigos. Muchas de esas declaraciones / manifiestos son extractos textuales del libro de Duarte y reflejan lo que pensaba Espinoza de la vida. “Soy el ying y el yang. Un día estoy bien porque grabé un disco y al otro día me quiero matar”, se lamenta. En la obra no faltan las botellas de alcohol, alguna escupida y, por supuesto, música de Flema. Al igual que en “Crónica de una muerte anunciada”, el protagonista y el espectador saben de antemano cual será el final. Sin embargo, Duarte y Siroti evitan que el relato sea lineal y proponen un doble juego, intercalando un Ricky terrenal, con todo su sufrimiento a cuestas, y otro con el hecho ya consumado. El broche de oro son unas jugosas proyecciones del archivo personal de Duarte, donde se ve al verdadero Ricky en la intimidad de su casa, charlando relajadamente con el autor y tocando la guitarra.
“Queremos que el público punk, mas a allá de los boliches y pubs, también pueda ir al teatro”, dijeron los responsables de la obra, luego de la primera función. ¿Un descontrolado como Ricky hubiese avalado la idea? Si se toma en cuenta su empeño en ir contra todo lo establecido, se supone que sí.
“El último punk” – Jueves de junio a las 20:30 hs. en el teatro La Ranchería (México 1152, Capital Federal).
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